Black, black, black es una espléndida novela negra que puede leerse como tal, pero también, y sobre todo, como otra cosa, puesto que Marta Sanz nos propone una lectura insurgente sobre la violencia del sistema, sobre su imperfección, un relato donde la idea del crimen como resultado de la fricción social, de algo más terrible que las patologías, abre la posibilidad de una investigación psicológica que profundice en las relaciones de causa y efecto y no se base sólo en las pruebas de laboratorio y en las mesas de los forenses.
Se trata, pues, de una ficción donde la violencia inexplicable acaba ajustándose al razonamiento lógico y lo «imperceptible» sale a la luz con toda la potencia que tiene lo siniestro, ese «siniestro familiar» del que hablaba Freud. Y ésta es la concepción, política y retórica, que sustenta esta novela policíaca inteligente, divertida y subversiva.